16 de mayo de 2012

Dos candidatos, dos ladrones

     Creo que nadie es ajeno ya a que este domingo hay elecciones generales aquí en RD. Hay varios candidatos a la presidencia, pero los que realmente tienen posibilidades son dos: Hipólito Mejía y Danilo Medina.
     Yo no voy a votar, pero sí que voy a opinar sobre la idoneidad de uno y otro, aunque no voy a decir quién es quién. Creo que cualquiera que esté en el ambiente entenderá y sabrá a quién me refiero en cada momento.
     Sinceramente, y me da pena constatar esa realidad, creo que ambos candidatos son dos ladrones, dos usurpadores de la felicidad y el bienestar del pueblo, dos manipuladores que ahogan el destino de esta nación.
     Pero hay una o varias diferencias entre ambos candidatos. Si bien es cierto que para mí los dos son dos ladronazos, no actúan ni ejecutan su plan maléfico y corrupto sobre el pueblo de la misma manera.
     Uno es un ladrón elegante, de etiqueta, de despacho, calculador, programado... y además consigue el apoyo del exterior, que descubren en él el perfecto moñigote o marioneta para seguir manejando los hilos de este país.
     El otro es más bien un ladrón de la calle, barrial, con pocas estrategias, o ninguna. Un ladrón que tal y como se genera el dinero se lo echa al bolsillo, sin invertir ni un solo centavo en el pueblo, en aquellos mismos que lo votaron. Es un bufón, es como el "Guasón" (Joker) de la película de Batman, roba al pueblo y además se ríe de la gente en su cara. Hace el ridículo institucional a nivel mundial, y es feliz dejando a este pueblo por los suelos, con una imagen nefasta.
     En el Imperio Romano se decía que lo que le interesa y gusta al pueblo es "pan y circo", tener el estómago lleno y tener diversión. Pues esas son las dos estrategias de los candidatos. Uno ofrece y engaña al pueblo con el pan, ofrece fundas de comida con las que compra el voto; el otro candidato garantiza espectáculo, burla, risa a todas horas.
     Ladrón de oficina o ladrón de la calle, ¿qué más da? Los dos roban... y mucho. Mal futuro nos espera. Esto sólo lo puede cambiar el pueblo, pero el pueblo está dormido, pensando que con pan o circo las cosas avanzan.

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