9 de julio de 2012

Deseos de hablar

     En uno de mis viajes en avión hace unos meses, estaba yo en la sala de espera justo en el momento anterior al embarque, y me puse a leer el libro que llevaba conmigo. Estaba ensimismado en la lectura, cuando de repente la señora que estaba a mi lado me saluda y me da las buenas tardes. Yo la miré y le devolví el saludo. Y continué con mi lectura. De nuevo la señora me llama y me dice: "¿dónde usted viaja?" A Santo Domingo -le respondí-. Y volví a poner mis ojos en el libro que tenía entre mis manos. Una vez más la señora me interrumpe y me dice: "¿por qué viaja?" La miré y de nuevo satisfice su curiosidad: Porque he tenido unas reuniones en Puerto Rico (lugar donde me encontraba). La señora en dos minutos abandonó mi compañía y se fue a la fila de sillas de enfrente. Allí vi que abordó con las mismas preguntas que a mí, a otra mujer que estaba con su hijo. La nueva mujer, objeto de la curiosidad de aquella viajera, no tenía ningún libro entre sus manos, y le respondió quizá con mayor amabilidad y atención que lo había hecho yo. Pasaron diez minutos y de nuevo se levanta la señora de las mil y una preguntas y se sienta un poco más a la derecha de donde estaba y aborda a un señor de traje que de vez en cuando cabeceaba y aprovechaba para echar un sueñecito.
     Aquello que no deja de ser una anécdota más, me hizo ver que aquella señora, que no parecía estar loca, tenía unas ansias tremendas de hablar y conocer la vida de otros.
     Algunos cuando viajan se llevan un libro, otros compran una revista y la ojean, los más tecnificados juegan con el último juego que han adquirido en su celular, los hay también que pasean para aplacar sus nervios ante el viaje, y luego están los que como esta señora, van saltando de vida en vida y quieren conocer las vidas de otros.
     Lo que sí es cierto, es que hay personas que tienen necesidad de hablar, de conocer de los demás, de no sentirse solos y buscan desesperadamente satisfacer sus deseos.
     Para la próxima vez que viaje, ya no me llevaré un libro, sino que esperaré a que venga una señora o un señor con deseos de hablar...

1 comentario:

  1. A mi me encantaria ser esa senora. Es un muy interesante habito. Amaria tener esas agallas.

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