Son las 12:30 de la noche y no consigo dormir, porque por la ventana de mi habitación se cuela la voz de una muchacha que por un megáfono va diciendo nombres y nombres. La voz viene de enfrente de mi casa, donde hay instalada una Junta Electoral.
Cualquiera que no esté en el contexto de República Dominicana no sabrá a qué me refiero, pero un buen dominicano sabe de sobra que se trata de las últimas gestiones de algunas personas que vienen a renovar o actualizar su cédula para poder votar el próximo domingo en las Elecciones Generales.
Para mí esto es una locura: ¿cómo puede ser que un país funcione bien y avance, si ya desde las instancias gubernamentales y electorales las cosas fallan y retrasan?
Haciendo cédulas (carnets de identidad) de madrugada, ¡ay, madre mía, qué desvarío!
Llevamos aguantando 15 días donde tenemos que esperar más de 20 minutos para poder salir con el carro de nuestra casa, y todo porque han instalado una carpa justo en la entrada de nuestro garage. Ahí realizan gestiones administrativas de cara a las elecciones. Cada vez que entramos y salimos las personas que ahí están deben levantarse, retirar las mesas y sillas y echarse para un lado... Es algo cómico, irrisorio, pero es así. Y la última situación estrambótica es esta: a altas horas de la noche haciendo cédulas.
Envío un mango a los responsables de la Junta Central Electoral que permiten estas situaciones tan cómicas e ilógicas. ¿Habrá algún partido politico de fondo, interesado en que todas esas personas, aunque tarde, tengan cédula para votar? ¿serán todas esas personas del mismo partido? -No quiero pensar mal.
No sé hasta qué hora estará esa señora diciendo nombres por el megáfono. Espero que acabe pronto, por su salud y la mía, por mi descanso y el suyo.
Que Dios la bendiga, pero que termine pronto, por favor.
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